domingo, 18 de octubre de 2009

Hasta la victoria siempre

“Alguna gente se muere para volver a nacer. El que tenga alguna duda que se lo pregunte al Che”

Maurcio Vallejo

ENGRASANDO MOTORES

No te quiero sólo porque tu sexo nutre mi sexo

ni porque tus piernas y las mías destapan un sol cuando dormimos,

ni sólo porque seás la mamá de Mauricio Antonio y te desvelés dándole chiche o

pacha

y te dés cuenta que funciona el baño con hierva del susto y me pongás a sudar

una camiseta para envolver al cipote y quitarle el pujo

que le salió por dejar destapadas las mantillas que fueron lamidas por el cadejo

dice la Rosita de Perulapán

no te quiero sólo porque juntos hicimos un hijo,

ni porque seás una hembra entera o ronqués con música cuando se te ha tapado

la nariz y el frío se haga atol en tu garganta

o sólo por que me digás con los ojos pelados llevándotela de seria

y me caigás simpática cuando lo decís aunque me encachimbe que “por qué

escribo tanta babosada”

y te salga a flote la preocupación pequeño burgués del título,

ni por que me acariciés la frente cuando me salta duro una alegría bien rara y por

nada

y se apelote y se me quiera salir por entre las cejas Sí! Algunas cosas no son de

este mundo.

No te quiero sólo porque compartimos cabal nuestros malos olores, los enojos,

los chambres, los trabajos de estudio,

la falta de pisto, las chiniadas, el cepillo de dientes,

ni porque pensemos chulo del socialismo y de irnos a pasar un día a la orilla de

un río

quebrando intimidades en un verso Sssshshsshsshs! Charros que hay orejas y

oyen!

Bueno pues, como dicen que no hay secretos para Dios, algún día no habrá

secretos para nadie

Y yo me afirmo para ese después cuando ya no esté.

No te quiero sólo porque de mis cosas digás “está bonito”

o que así despeinado me veo guapo,

ni porque a veces me des un beso en el cachete

para que amanezca en la ventana el nuevo día.

al triste

Ahí está lo que fue: la terca espada
del sajón y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro
del hijo de Laertes, la dorada
luna del persa y los sin fin jardines
de la filosofía y de la historia,
el oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa. El resignado
ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño ni la estrella
que en la arrasada noche olvida el alba.
Una sola mujer es tu cuidado,
igual a las demás, pero que es ella.

LOS FORMALES Y EL FRIO

LOS FORMALES Y EL FRIO : 18/10/2009
Quién iba a prever que el amor, ese informal
se dedicara a ellos tan formales

mientras almorzaban por primera vez
ella muy lenta y él no tanto
y hablaban con sospechosa objetividad
de grandes temas en dos volúmenes
su sonrisa, la de ella,
era como un augurio o una fábula
su mirada, la de él, tomaba nota
de cómo eran sus ojos, los de ella,
pero sus palabras, las de él,
no se enteraban de esa dulce encuesta

como siempre o como casi siempre
la política condujo a la cultura
así que por la noche concurrieron al teatro
sin tocarse una uña o un ojal
ni siquiera una hebilla o una manga
y como a la salida hacía bastante frío
y ella no tenía medias
sólo sandalias por las que asomaban
unos dedos muy blancos e indefensos
fue preciso meterse en un boliche

y ya que el mozo demoraba tanto
ellos optaron por la confidencia
extra seca y sin hielo por favor
cuando llegaron a su casa, la de ella,
ya el frío estaba en sus labios ,los de él,
de modo que ella fábula y augurio
le dio refugio y café instantáneos

una hora apenas de biografía y nostalgias
hasta que al fin sobrevino un silencio
como se sabe en estos casos es bravo
decir algo que realmente no sobre

él probó sólo falta que me quede a dormir
y ella probó por qué no te quedas
y él no me lo digas dos veces
y ella bueno por qué no te quedas
de manera que él se quedó en principio
a besar sin usura sus pies fríos, los de ella,
después ella besó sus labios, los de él,
que a esa altura ya no estaban tan fríos
y sucesivamente así
mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.